30/04/2025
Con motivo del mes de concienciación de la enfermedad de fabry, cerramos el mes de abril conversando con el doctor Javier Limeres, cardiólogo en el Hospital Vall d’Hebrón, especialista en esta patología lisosomal poco frecuente.
Según Orphanet, la enfermedad de Fabry es una enfermedad lisosomal multisistémica poco frecuente de origen genético caracterizada por manifestaciones cutáneas específicas (angioqueratoma), neurológicas (dolor), renales (proteinuria, insuficiencia renal crónica), cardiovasculares (miocardiopatía, arritmia), cocleovestibulares y cerebrovasculares (ataques isquémicos transitorios, accidentes cerebrovasculares). La expresión fenotípica es muy variable, la edad de aparición oscila entre la infancia a edad adulta y, la expresión clínica en las mujeres depende del grado de inactivación del cromosoma X.
Desde una perspectiva histórica, la enfermedad de Fabry tiene una historia interesante, pues dos médicos, apellidados Anderson y Fabry respectivamente, la describieron más o menos a la vez. «Uno de los médicos, Anderson, la describe en lengua inglesa, mientras que en Europa se la conoce más como enfermedad de Fabry», explica el doctor Limeres. Aunque ambos realizaron sus descripciones de forma simultánea, su enfoque fue principalmente hacia los fenotipos más severos, los cuales hoy conocemos como los fenotipos clásicos, y los tardíos (los más comunes dentro de esta enfermedad de baja prevalencia) se describieron a posteriori. En los primeros casos, las manifestaciones clínicas son mucho más agresivas, con una mayor mortalidad respecto a las formas tardías. Los síntomas iniciales estaban muy ligados a la piel, con lesiones cutáneas en zonas como la de los bañadores, ingles y axilas. Sin embargo, «estos médicos no sabían aún que se trataba de una enfermedad lisosomal», un aspecto que más tarde se descubriría con el avance de la microscopía y las técnicas bioquímicas, adelanta el doctor.
Con el tiempo, «se descubrió que algunos pacientes no presentaban los síntomas clásicos y sus manifestaciones eran mucho más tardías, afectando órganos específicos, sin necesariamente involucrar la piel». En este sentido, actualmente los pacientes con enfermedad de Fabry tienen mayor afectación en órganos como el cerebro, corazón y riñón, «lo que influye de manera determinante en el pronóstico de la enfermedad», añade.
Cómo se diagnostica
Uno de los principales desafíos para diagnosticar la enfermedad de Fabry sigue siendo, según el Dr. Limeres, la dificultad de sospecharla debido a su rareza y, en general, el desconocimiento de los médicos que no están familiarizados con ella. «Es una enfermedad poco frecuente y, como médicos, muchas veces no pensamos en ella cuando nos enfrentamos a síntomas que podrían estar relacionados». Un ejemplo de esto es cuando un niño presenta diarrea o dolores abdominales, que fácilmente pueden ser interpretados como gastroenteritis o alguna otra enfermedad más común. Este desafío también se presenta en los cardiólogos, quienes en ocasiones se topan con pacientes que tienen hipertrofia ventricular, lo que podría sugerir una miocardiopatía hipertrófica, y al hacer un estudio genético, «de repente encuentran una mutación diagnóstica para Fabry», detalla el doctor.
Por ello, y como en todas las enfermedades raras, un diagnóstico temprano es fundamental y, aunque existen estrategias de cribado en ciertos nichos de pacientes, como aquellos con insuficiencia renal avanzada o pacientes en diálisis, «aún no se ha validado un cribado masivo en la población general, como ocurre con otras enfermedades». En este caso, el cribado se hace mediante análisis de la actividad enzimática de GLA (proteína alterada en la enfermedad de Fabry) o mediante un estudio genético con un resultado muy concluyente.
En este sentido, Dr. Limeres también habla sobre los avances en precisamente esta detección de la enfermedad a través de estudios genéticos, que se están abaratando cada vez más. «En el futuro, es probable que los estudios genéticos sean tan baratos que podamos secuenciar el genoma o el exoma de los niños y detectar variaciones asociadas a Fabry». Sin embargo, a pesar de los avances, «siempre quedará la incertidumbre de si una variante detectada tiene o no el potencial de causar la enfermedad».
Sintomatología de Fabry
La enfermedad de Fabry está ligada al cromosoma X, lo que implica que «los hombres tienen una mayor probabilidad de tener manifestaciones de la enfermedad, ya que tienen un solo cromosoma X, mientras que las mujeres, al tener dos, pueden ser portadoras y no presentar síntomas, dependiendo de si se expresa el cromosoma X sano o enfermo en sus células», detalla Javier.
«Cuando se diagnostica a un paciente con Fabry, es esencial que lo evalúe un equipo que incluya cardiólogos, nefrólogos, oculistas y otros especialistas”
En el caso de los hombres, la enfermedad es casi siempre más grave, ya que todos sus tejidos están comprometidos, al afectarse el 100% de sus células.
La enfermedad de Fabry, como señala el Dr. Limeres, es una enfermedad sistémica que afecta diversos órganos y no se limita a problemas cardíacos. Por tanto, su abordaje debe ser multidisciplinar. «Cuando alguien diagnostica a un paciente con Fabry, es esencial que lo evalúe un equipo que incluya cardiólogos, nefrólogos, oculistas y otros especialistas». Además, en los fenotipos clásicos, especialmente en varones, la atención pediátrica es crucial, ya que «los depósitos de la enfermedad pueden comenzar a producirse incluso antes del nacimiento». «Si se diagnostica y se inicia el tratamiento temprano, es posible frenar el daño a largo plazo y evitar complicaciones graves».
Además de los síntomas clásicos como dolores abdominales, manifestaciones cutáneas y oculares, y problemas cardíacos, «hay manifestaciones raras de la enfermedad, pero no se deben considerar aisladas como indicativas de Fabry». Por ejemplo, los dolores abdominales en Fabry no se limitan a síntomas gástricos, sino que «pueden ser cólicos que se exacerbaban en ciertas épocas del año, acompañados de diarreas e intolerancia a alimentos». Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre con otras enfermedades, «no hay un daño directo en órganos como el intestino o el estómago», sino una alteración sistémica que afecta todas las células del cuerpo y que causa dolores en ocasiones totalmente incapacitantes.
Tratamiento y el futuro de los pacientes
El tratamiento de la enfermedad de Fabry, según el Dr. Limeres, ha avanzado significativamente en los últimos años. Los pacientes diagnosticados de manera temprana tienen una mejor calidad de vida. «Además de la terapia específica para Fabry, los pacientes también requieren tratamiento para las comorbilidades, como insuficiencia cardíaca o problemas gastrointestinales».
«Los avances terapéuticos podrían permitir que los pacientes produzcan el enzima necesario por sí mismos, lo que podría reducir o eliminar la necesidad de terapias de reemplazo»
El tratamiento es fundamental para mejorar la calidad de vida de los pacientes, quienes, con un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado, pueden «llevar una vida normal y paralizar, al menos parcialmente, la progresión de la enfermedad». Sin embargo, el tratamiento es complejo y a veces puede requerir ajustes, ya que «no todos los pacientes responden igual a las terapias disponibles».
En el futuro, las nuevas moléculas y tratamientos, como la terapia génica, ofrecen esperanza. En este sentido, el Dr. Limeres señala que «los avances en este tipo de terapias podrían permitir que los pacientes produzcan el enzima necesario por sí mismos, lo que podría reducir o eliminar la necesidad de terapias de reemplazo». Sin embargo, pone en valor la investigación y la necesidad imperativa de seguir apostando por ella «aún se debe seguir investigando y validando estos tratamientos antes de su implementación masiva», concluye el doctor.